Siempre fui más una chica impulsiva que una chica con cabeza, más de mama que de papa, mas suya que de nadie, más de letras que de ciencias... Y desde los catorce quise ser Lucía, no porque me parezca que mi nombre no va conmigo, que también, sino porque amor, curiosidad, prozac y dudas me transformaron.
Hoy me quito esa espinita y empiezo a sacar un poco de esa Lucía, que es lo que Martina para Zahara, la parte pequeña de mí.